domingo, 6 de diciembre de 2015

Ráfaga 25

Zopa no se llamaba así, pero cuando a la hora de retre­ta leía el menú del día siguiente, decía "Zopa de menudillo" o "Zopa de pejcao", y bueno, pues le pusimos Zopa. Era prepoten­te, zafio, bobo, pero él no lo sabía. Había llegado al cénit de su vida: era cabo primero. Cuando saliera del ejército, ya nada sería igual para él. Así que debía aprovechar el tiempo. A la hora de paseo se hacía invitar por los mineros. Los mine­ros atesoraban en sus taquillas más provisiones que la carava­na de Oregón. Así que Zopa se pegaba unas meriendas-cenas que temblaba el misterio. Luego no necesitaba ir a ver al señor Oscar Mayer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario