Prácticas
de tiro de granadas. Nos llevaron a un bonito cerro y toda la
compañía se sentó en la ladera. El teniente pidió un par de
voluntarios para lanzar granadas. Salieron dos simples. Tiraron
las granadas. Una explotó, la otra no. El teniente se acercó
a la que no había explotado y la miró desde una distancia
prudencial. Luego, con piedras, señalizó el lugar. Más tarde
volverían los artificieros para hacerla explotar. Reflexión:
ya que estás allí, siempre es mejor caer en manos de
profesionales.
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